De por qué odio a los clientes. Caso uno: Laurita

1er Aclaración al margen: atiendo clientes hacemuchos años y estoy convencida que más de la mitad de ellos ha valido la pena atenderlos, y no tan sólo por el hecho de contribuir con mi modestisimo empleo, sino más bien porque pude tejer lindos lazos y entrelazarme en la vida de ellos a través de todos estos años.

Ahora bien, conocen ustedes de memoria seguramente miles de anécdotas respecto de "me cago el día", bueno esto es así, como cuando durante los últimos 10 meses viajaste re bien al laburo hasta que un colectivero cara de ojete decide no pararte porque le estas haciendo señas a no menos de dos metros de la parada. y se va el muy desgraciado, pero es cierto, todos los colectiveros son mas o menos saludables hasta que por uno solo que te esquiva, se te convierten en la raza más detestable de manejadores que haya pisado el planeta tierra.

2da Aclaración al margen: como les he contado, atiendo clientes, pero también soy cliente en infinidad de situación, por eso mismo vale esta aclaración, es muy difícil que encuentren una cliente mejor que yo, me encanta ser bien atendida y retribuyo enormemente esa atención, no soy problemática, intento tener cambio, no busco pelos en el huevo y tampoco soy cocorita.

3ra: también debo aclarar que cada una de estas situaciones que contaré son únicas, pero con detalles más, detalles menos, se suelen repetir en la piel de diferentes personas, por eso contaré tan solo una anécdota por caso, pero hagan de cuenta que más de tres personas se han comportado de esa maldita manera.

Ahora bien, este sera de ahora en más mi rincón de descarga, será de ahora en más, porque o será una nota cerrada, sino que cada vez que pueda recurriré a este papel virtual para echar mano a mi memoria en búsqueda de anécdotas que reafirmen mi sentencia: odio a los clientes.

Ahí vamos:

caso 1: Laurita

laurita compra pan todos las mañanas, y como es una consumidora responsable y ademas estuvo años viendo a través de la tele a Lita de Lazzari, cuida muy bien su dinero (es más si les contara que literalmente, Laurita se rompe el culo trabajando, no estaría faltando a la verdad). Tan cuidadosa es Laurita que mientras que su humilde servidora pesa el kilo de pan que hará, minutos más tarde, la delicia de sus deesayunos, ella muy atentamente relojea la balanza, como debe hacer cada uno de nosotros. y todas las mañanas cumple el mismo ritual de mirar fijamente la balanza para que no la estafen con el kilaje. Muy bien, Laurita, para mi desconsuelo no tuve la inclinación por anotar en un papel aparte todos los gramos que dia a dia se compraba LAurita, algo así como , lunes: 1020gr, martes 1030 gr, miércoles 1020gr, jueves 1060gr y así sucesivamente. y Laurita relojeando la balanza, sacaba de su monedero los reglamentarios tres mangos que sale el kilo de pan. Hasta ese fatídico día, en que mi mano no pudo más que situar en la pequeña e indefensa balanza la suma de 990 GRAMOS!!!! que error garrafal, por Dios (qué culpa tiene Dios). Laurita despegó furiosa los ojos de la balanza, y mirándome como si hace siglos incubara al diabo en sus entrañas, me largó un:

_ "ehh falta un poco para el kilo, deberias de cobrarme menos"

_whatttttttttt? (y en ese momento monté en cólera, me subí al diablo que ella misma había engendrado, cabalgué hasta los laberintos más renegridos y pestidos de mi mente y le dije:

_ "me estás jodiendo? hace meses que controlás cuánto peso te llevás al pagar tres mangos de pan, y siempre, pero siempre te llevaste más del kilo, porqué carajo ahora se te ocurre que te voy a cobrar de menos los miserables 990 gramos que te estoy dando???

FIN DE LA CONVERSACION. LAURITA ABONO SUS TRES MANGOS DE PAN, SALIO POR LA PUERTA. NO VOLVIO POR MUCHO TIEMPO, DE VEZ EN CUANDO REGRESA, PERO NUNCA, NUNCA MAS, OBSERVE SI ACASO ELLA ELEVABA UNOS GRADOS LA MIRADA EN BUSQUEDA DEL VISOR DE LA BALANZA.

VEN, PORQUE UN MAL CLIENTE PUEDE CAGARTE EL DIA?